El oráculo tecnológico: 9 proyecciones del 2022

Después de haber vivido dos años de transformaciones aceleradas en cuanto a los usos de recursos y herramientas tecnológicas, y en nuestras prácticas y hábitos laborales, educativos y de relacionamiento, los expertos proyectan un 2022 muy interesante en el que la inteligencia artificial, la virtualidad, la ciberseguridad, la hiperautomatización, el medio ambiente, el entretenimiento inmersivo, las pantallas plegables, el Internet de las cosas y la medicina prometen llevarse el protagonismo.

Verónica Escobar
Guionista
Ude@ Educación Virtual

Referencias bibliográficas

Forrester (2022). Predictions 2022. Technology. https://www.forrester.com/predictions/

Gartner (2022). Gartner Top Strategic Technology Trends for 2022. https://www.gartner.com/en/information-technology/insights/top-technology-trends

Rossi, L. (2022). 10 technology trends that will shape the hybrid reality in 2022 and beyond. INSIDER. https://www.businessinsider.com/sc/10-technology-trends-for-2022-beyond-2022-1

Marr, B. (2021). The 5 Biggest Technology Trends In 2022. Forbes. https://www.forbes.com/sites/bernardmarr/2021/09/27/the-5-biggest-technology-trends-in-2022/?sh=58a0c5ee2414

Infoxicación: una breve guía para no tropezar en el intento

¿Alguna vez habías escuchado la palabra infoxicación? ¿A qué suena? ¿Con qué la relacionas? Si lees atentamente tendrás dos pistas: el prefijo ‘info’ trae consigo una relación con el conocimiento, más específicamente con la palabra ‘información’ y, por supuesto, el resto nos habla de ‘intoxicación’. En ese sentido, es posible deducir que la unión de aquellos dos términos refiere a un envenenamiento que sucede como consecuencia del exceso o sobrecarga de información.

¿Por qué se da esto? Vivimos en una realidad que se concibe, en la mayoría de los casos, a partir del uso de Internet y de las herramientas digitales. Seguramente habrás escuchado a tus padres o a cualquier otra persona decir: «la gente vive ‘enchufada’ a los teléfonos», y tienen razón, ahora el mundo lo podemos llevar en el bolsillo; aún así, este mundo “no tiene barreras y despliega nuestros sentidos a una enorme cantidad de información que resulta confusa y difícil de procesar” (Quesada y Trujano, 2015, p. 6). ¿Te has sentido así en algún momento? ¿Has estado angustiado, ansioso o con demasiado sobre el plato respecto a un tema o situación? Es normal, la red está plagada de posibilidades de “realizar documentos propios, intercambiar ideas y hacer uso de espacios colaborativos (…), [pero] no necesariamente representan fuentes confiables de información” (Quesada y Trujano, 2015, p. 4). Lo más problemático: es muy fácil que eso poco confiable se convierta en algo viral y se posicione como una fuente primaria —pero errónea— de información. 

Si llevamos este asunto al espacio académico, el panorama para los estudiantes se hace más tormentoso, ¿no? En realidad, no. Si bien es fácil infoxicarse, también es un beneficio para la construcción de conocimiento, siempre y cuando se tengan las precauciones adecuadas y la accesibilidad necesaria. Además, en el contexto de la virtualidad, es una posibilidad para que, como estudiante, tomes el rol de creador de contenidos digitales y aproveches las habilidades de autogestión que brindan estos entornos, independientemente de si eres nativo o migrante digital. Como su nombre lo indica, crear un contenido digital implica la transformación de la información a un formato específico (video, imagen, audio, entre otros), y para que esto no solo sea un plástico más en el mar de Internet, es indispensable buscar que sea conocimiento y no solo una superposición de datos e imágenes que se ven bien. Digamos que en este aspecto los docentes pueden tener ventaja sobre los estudiantes, pues son quienes deben transformar, crear y usualmente tienen la experiencia.

Es por eso que en este texto queremos dar énfasis a tu rol como estudiante, hacerte caer en la cuenta de que puedes ser un partícipe activo de este tipo de procesos. Por esta razón, te vamos a presentar algunas pautas para no tropezar al momento de crear un contenido digital, ya sea que esté dirigido a otros estudiantes o para Internet en general. 

Así las cosas, es fundamental: 

1. Determinar sobre qué quieres estar informado. Puedes preguntarte: ¿cuál es la información que a mí me interesa? Así podrás empezar un proceso de selección de qué es aquello que te gusta o no, lo que te permitirá construir criterio; también lo puedes hacer dividiendo la información en dos: “información fatal, que es aquella que no te interesa en absoluto porque no tiene nada que ver con los temas que tratas; información interesante, aquella que algún día me puede interesar…” (Cornella, 2000, p. 3). La clave es aprender a reconocer lo que es realmente útil según las líneas críticas que definas. Si te das cuenta, con esto no solo propicias la conformación de tu pensamiento crítico, algo necesario para la creación de contenidos de cualquier tipo, sean académicos o personales. Por tanto, en ese apartado, más que darte herramientas es resaltar que la mentalidad y la intención es igual de necesaria para no generar más infoxicación.

2. Identificar o descartar sitios y fuentes de información. Una vez encuentres aquello que se acomoda a tus gustos, es hora de valerse de las herramientas que los espacios digitales nos ofrecen. En esencia, esto es como realizar una curaduría de información, es decir: filtrar y seleccionar lo que llega a nuestros medios, de esta forma tendrás fuentes confiables que nutrirán adecuadamente lo que crees, evitando al máximo propagar información por el mero hecho de hacerlo. Algunas herramientas útiles para este fin son: lectores de RSS, como Scoop.it, Inoreader, AOLReader, Digg Reader o Selfoss; Google Alerts, para rastrear la información que recibes en tu correo electrónico; los filtros que ofrecen los buscadores (buscar solo imágenes o solo videos); usar Bookmarks para guardar lo que sea de tu interés. Finalmente, para contenidos estrictamente académicos, puedes usar bases de datos como DOAJ, Scielo, Redalyc, Dialnet, por mencionar algunas. 

3. Pensar qué hacer con la información. Idealmente, si estás construyendo un contenido y ya has filtrado la información, lo siguiente sería pensar cómo quieres presentarla o qué deseas hacer con ella. Aquí debes decidir el tono de lo que quieres crear, al igual que el formato. En otras palabras, preguntarse: ¿haré esto para una clase, para mis compañeros, para una investigación o para la red? Ten presente que para cada una de esas situaciones hay formatos e intenciones diferentes; por ejemplo, si vas a hacer un texto para tu profesor, debes pensar en una estructura preestablecida y unas fuentes confiables; en cambio, si quieres hacer un post para tus amigos sobre un tema que hace parte de tus pasatiempos, lo ideal también sería una fuente confiable, pero es posible que no sea necesaria una estructura rígida. Algunas herramientas para crear contenidos son: Google Drive, Canva, Genially, Infogram, Evernote, PowToon, entre muchas más. 

Este fue un brevísimo recorrido sobre las implicaciones de la infoxicación y lo que puede hacer para evitarla. Esperamos que te sea útil para continuar tus búsquedas y creaciones. No olvides que si bien Internet y los medios pueden ser abrumadores también son nuestros aliados una vez descubrimos cómo usarlos. También queremos que seas consciente de aquello que le revelas al mundo, pues el conocimiento se construye a través de la reflexión, en cambio la información solo son datos. 

Y tú, ¿qué otras estrategias utilizas para prevenir la infoxicación? Cuéntanos en los comentarios.

Jennifer Grisales
Correctora de estilo
Ude@ Educación Virtual

Referencias bibliográficas

Cornella, A. (2000). Cómo sobrevivir la infoxicación [Conferencia]. https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwjZ1t7hiZ3yAhWTRjABHeuGBuQQFnoECAUQAw&url=http%3A%2F%2Fdocplayer.es%2F9719171-%2520Como-sobrevivir-a-la-infoxicacionalfons-cornella.html&usg=AOvVaw17VlsbLLALkjILznXVwaRN

Quesada, C., y Trujano, P. (2015). Infoxicación, angustia, ansiedad y Web semántica. Razón y Palabra, 92, 1-27.