¿Alguna vez estuviste conversando con alguien sobre algún tema que te interesaba y luego te empezó a aparecer información, publicaciones y publicidad al respecto en las redes sociales y páginas de internet?
Pareciera que la respuesta a esta pregunta es que te están espiando y, aunque de cierto modo puede ser verdad, la realidad es que casi todo el tiempo somos nosotros los que decidimos qué tipo de información nos aparece y qué tipo de contenidos nunca se nos muestra.
Los algoritmos de las redes sociales, plataformas y medios digitales que consumimos usualmente generan unos filtros, los cuales están relacionados con nuestros gustos personales. Las páginas a las que accedemos analizan el tiempo que pasamos revisando algunas publicaciones, el número de clics que damos a determinados contenidos y las interacciones con cierto tipo de información, a partir de lo cual se crea una burbuja de información, es decir, un filtro burbuja.
Así es como tenemos acceso a contenidos relacionados con los temas que nos llaman la atención. Por eso, el tipo de contenidos e información que le aparece a una persona no es el mismo que le puede aparecer a otra porque las líneas de interés son muy variadas (deportes, música, marketing, maquillaje, tecnología, recetas, política y todo lo que se te ocurra).
Como puedes ver, el panorama de esta situación no es del todo negativo, y no es que nos estén espiando, somos nosotros mismos quienes al final elegimos lo que queremos ver en internet. ¿Cuál es tu punto de vista sobre este tema? Cuéntanos en los comentarios.
Ana María Zuluaga Aristizábal Gestora de canales digitales
Ude@ Educación Virtual
Referencias bibliográficas
Pariser, E. (2017). El filtro burbuja: Cómo la web decide lo que leemos y lo que pensamos. Taurus.
No sé si recuerdan la clase de ética y valores que nos enseñaban en el colegio. Para muchos era el relleno de pensum, sus docentes la planteaban de manera muy teórica: ¿qué es la ética?, ¿qué es la moral?, ¿por qué es importante? Enseñar ética no debe limitarse a un prerrequisito decretado y sin profundidad porque es un término altamente contextual, subjetivo y está conceptualizado en medio de ideales, percepciones y conocimientos individuales. En este caso, su contexto es virtual.
La virtualidad y la tecnología nos han dado mucho poder, no solo porque tenemos la capacidad de disfrazarnos detrás de avatares o estar presentes/ausentes por medio del anonimato, sino porque la información que se difunde —con bastante rapidez— parece con licencia libre para replicar, criticar, modificar, juzgar, apropiarse de ella y adecuarla a nuestro antojo.
Si la virtualidad es una realidad adversa constituida en redes a distancia y mediáticas, no podemos concebirla sin premisas de convivencia que adapten las diplomacias y decisiones morales que se pactaron en la comunicación directa y las relaciones interpersonales. ¿Acaso el carácter virtual y el «es que no me ven» hacen que los acuerdos empáticos y morales ya no sean válidos?
En medio de muchos ejemplos de violaciones a la privacidad, atribuciones, malentendidos, etcétera, aparece la ética digital. ¿Qué es esto?
Podemos decir que la ética digital es el código social necesario para solucionar los problemas que se han evidenciado en la interpretación y manejo de Internet; muchos de estos son: el derecho de propiedad intelectual, los ciberataques a la seguridad, los límites a la libertad de expresión, la regulación de las grandes corporaciones, la desconexión digital, la conducta en redes sociales y la privacidad de nuestros datos personales (Ayudaley, 2020).
Lo anterior se refiere a una recopilación de acuerdos sociales necesarios para asegurar la sana convivencia en el espacio virtual. Dichos estamentos, por ahora verbales, se han planteado desde la necesidad de limitar consecuencias derivadas del poder del internet y el manejo de las relaciones, las opiniones y los contenidos que flotan y divagan en la interactividad virtual.
De igual manera, la ética digital involucra el estudio de las repercusiones de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en los escenarios sociales, culturales, políticos y económicos. Dentro de los pactos que más resuenan en la conformación de este nuevo concepto, se mencionan:
Participación: el desarrollo de las capacidades digitales es una parte integral de la educación de cada ciudadano en cualquier lugar del mundo.
Sociedad digital dinámica: los productos y servicios digitales deben seguir desarrollándose y aportando beneficios a la sociedad.
Datos y privacidad: se debe asegurar el respeto a la privacidad de los ciudadanos a través de un manejo responsable seguro y transparente de sus datos.
Ciberseguridad: se debe cooperar para reducir las amenazas cibernéticas y reforzar la seguridad de las personas en el ámbito digital.
Cooperación y diálogo: las partes interesadas de cualquier lugar y sector deben dialogar y colaborar para alcanzar un mayor desarrollo del futuro digital (Ayudaley, 2020).
¿Lo entendiste? A ver qué tan éticos somos en el escenario digital…
¿Cómo te fue? Contemos todos los problemas que vemos en redes sociales por no dimensionar el grado de pequeñas acciones como las anteriores. La pertinencia de la ética digital nace en medio de dinámicas que se vuelven habituales y esenciales para hacer un uso racional de la herramienta, y esta nos hace conscientes de que, aunque la virtualidad está diseñada para sobrepasar límites de espacio-tiempo, nuestro compromiso con este poder es respetar al otro como ser humano que convive dentro de esta red interactiva.
La esperanza es que en algunos años no se siga planteando el concepto, sino que podamos hablar de la ética digital: del código a la acción.
¿Conocías este término? ¿Qué aportes puedes hacer al código de la ética digital para que construyamos una comunidad sana?
Vivimos en un mundo interconectado donde cada aspecto de nuestras vidas es monitoreado por los distintos dispositivos que usamos, las aplicaciones y las redes sociales que consumimos.
El estado en línea gana terreno y esto se debe, en parte, a la evolución misma de la tecnología, a la migración de lo laboral, lo educativo y lo social a plataformas digitales y a los desarrollos de las grandes compañías que diseñan algoritmos que analizan y traducen nuestros comportamientos en productos, servicios y contenidos que nos mantienen ‘pegados a las pantallas’.
En los mundos offline y online se nos ha considerado, de cierta forma, datos: al inicio tal vez no eran tan específicos y se recolectaban en periodos más amplios (encuestas demográficas, evaluaciones para estudios e investigaciones y bases de datos análogas), ahora se recolectan en tiempo real.
En consonancia con lo anterior, Paola Hincapié, docente universitaria y directora de contenidos de la Agencia El Grifo, en su nuevo espacio Paoh, (https://paohblog.com/ – @paohblog), analiza esa relación de la humanidad con las redes sociales y los dispositivos móviles.
Comprendo, luego decido
Hoy en día también se habla de la importancia de la desconexión y de ‘tomar una pausa’ del mundo online. No se pretende juzgar o simplemente criticar las redes sociales, sino promover una conversación y una reflexión a partir de la comprensión del funcionamiento de sus algoritmos, como lo sugiere Hincapié. Esto plantea, además, una mirada a contrastar lo offline y lo online: la inmersión que todos tenemos en un poco de ambos.
En tiempos de pandemia, la virtualidad cobró relevancia y el distanciamiento social también ha sido clave. Por ello las conexiones sociales y laborales migraron a las pantallas, pero no pueden quedarse exclusivamente en ellas.
Mucho se ha dicho de la necesidad de «reconectarnos con el mundo offline», dada la hiperconectividad a la que estamos expuestos en los espacios online; también se habla de promover una revolución en el uso del tiempo como lo expresan Carl Honoré (Elogio a la lentitud) y Byung-Chul Han (Sociedad del cansancio) a manera de contramedida frente al avance de la productividad desmedida y de la difuminación de las barreras entre las esferas laboral y personal.
Por este motivo, se fortalecen en el mundo movimientos como el Movimiento Slow propuesto por Carl Honoré* en su libro Elogio de la lentitud, incluso se instalan aplicaciones o se activan funciones propias de los teléfonos inteligentes (bienestar digital) que promueven pausas: tomar un descanso de las pantallas y reencontrarnos en la desconexión; refrendar los límites entre el tiempo laboral y el tiempo personal, familiar y social; y revivir conversaciones e interacciones no mediadas por el celular.
En otras palabras, la búsqueda de un equilibrio entre online y offline y, por supuesto, la posibilidad de decidir la relación que tenemos con los algoritmos.
¿Lo has intentado? Prueba establecer horarios o tiempos de desconexión y evalúa cómo te sientes y si funcionan para ti.
María Fernanda Monsalve Guionista Ude@ Educación Virtual
Los nuevos medios de comunicación, nacidos después de la aparición de Internet, son considerados en la actualidad como espacios para la democratización de la información y el acceso al conocimiento; dichos medios están en constante transformación, pues comprenden lenguajes y formatos dinámicos que facilitan las formas de construir o replicar los contenidos.
Gracias a los grandes avances tecnológicos visibles en estos nuevos medios y plataformas, tenemos al alcance un universo de posibilidades donde podemos estar conectados con los hechos de actualidad de una manera simple. Sin embargo, es importante aclarar que, si bien han surgido nuevos canales digitales, los medios de comunicación tradicionales como la televisión, la prensa y la radio siguen coexistiendo y teniendo impacto dentro de las diferentes audiencias; es decir, existe una convergencia entre estos.
Ana María Zuluaga Gestora de canales digitales Ude@ Educación Virtual
Usar las redes sociales no se limita a tener conversaciones con amigos, ver fotos, videos y conocer la opinión de nuestras personas cercanas. Estas comunidades tienen miles de herramientas que pueden potenciar su uso y convertirlas en tu fuente de inspiración, conocimiento o información. Aquí encontrarás algunos usos de las principales redes sociales que puedes aprovechar:
Instagram
Aunque parezca un asunto de moda o de días especiales, los hashtags en las redes sociales se crearon para clasificar información según los intereses que tengas. Por ejemplo, si te interesa el conocimiento digital busca un # relacionado en el buscador de la red social, selecciona la opción que corresponde a los numerales, elige el que mejor se adapte a tu búsqueda y pulsa Seguir. Cuando sigues un hashtag, aparecerán en tu línea de tiempo publicaciones nuevas todos los días relacionadas con tu búsqueda. Esta es una excelente forma de descubrir perfiles, empresas o cuentas con tus mismos intereses.
También puedes crear categorías para ir guardando las publicaciones que te gustan sobre varios temas. Cuando estás navegando y encuentras cosas que te gustan, presiona Guardar, selecciona la lista y ya está. Así tendrás una biblioteca de elementos que te gustan, te interesan o te inspiran.
Facebook
En esta red social tienes herramientas como notas, grupos, segmentación de publicaciones solo para ti y creación de álbumes a los que solo tú tienes acceso. En cada uno de los aplicativos de Facebook Watch o Grupos puedes seleccionar qué contenido quieres ver y cuál no, dependiendo de tu interés. Encontrarás esta opción en el costado izquierdo de tu computador.
Además, no olvides que existe Guardar, donde puedes hacer colecciones y acceder más tarde al material que viste navegando y crees que te puede interesar. Para conservar un elemento que te guste, haces clic sobre los 3 puntos que se encuentran en la parte superior de la publicación y eliges la opción Guardar.
En la parte izquierda de tu inicio, en el computador, encontrarás tus elementos guardados. Si quieres acceder desde tu móvil, oprime las tres rayitas que ves en la esquina superior derecha de tu dispositivo.
Twitter
Twitter es tal vez una de las redes sociales que más herramientas para filtrar ofrece y que más desconocemos. Puede convertirse en un espacio donde seleccionas qué ver según tus intereses cotidianos. Además de la opción de guardar elementos por categorías, la opción buscar ofrece un listado de categorías como deportes, tendencias, noticias o diversión que pueden servir para acortar tu búsqueda.
También puedes crear listas para mantenerte actualizado sobre un tema en particular. Por ejemplo, crear una lista de revistas culturales en la que puedes incluir las cuentas de revistas que más te gustan y tener un repositorio de lecturas que se va actualizando día a día. También puedes crear tus listas o seguir algunas creadas por otras personas.
La opción Momentos, que encontrarás en el menú de la aplicación, es bastante útil para crear perspectivas narrativas sobre un tema en específico. Por ejemplo, si quieres hacer un consolidado sobre las noticias más importantes de la covid-19, puedes crear un momento y empezar a añadir a este la información relevante que vayas encontrando al respecto. Esta herramienta es bastante eficaz para la creación de especiales noticiosos.
¿Qué otros usos de las redes sociales conoces? Cuéntanos en los comentarios.
Laura Cristina García Guionista – Ude@ Educación Virtual
Al pensar en redes sociales, la educación no es la primera palabra que viene a nuestra mente. Para algunos educadores y académicos, estas se vinculan con espacios de distracción que desconcentran y roban tiempo de las tareas realmente importantes. El contenido que se encuentra en ellas se suele considerar demasiado corto o superficial para tomarlo en serio; además, se piensa que la mayoría de las publicaciones que se hacen allí carecen de importancia.
Sin embargo, esta visión simplista ignora las posibilidades que ofrecen las redes en los procesos de formación. Así, plataformas tradicionales como Facebook, Twitter o Instagram facilitan la construcción de comunidades académicas alrededor de intereses compartidos. La creación de grupos para una asignatura es una buena opción para facilitar la comunicación entre estudiantes y profesores; por ejemplo, los grupos en Facebook permiten compartir bibliografías y experiencias sobre temas específicos.
Asimismo, acudir a estos espacios virtuales es una buena estrategia para compartir los resultados de los procesos formativos o proyectos más allá de las aulas mediante publicaciones en texto, imagen o formatos audiovisuales. Las redes sociales son pues un elemento muy útil en el ámbito de la enseñanza y el aprendizaje, no obstante, es importante tener claro el propósito que se les quiera dar dentro de la estrategia pedagógica.
Es importante mencionar que estas redes no se limitan a las plataformas más conocidas, también hay algunas más discretas que se enfocan, específicamente, en el mundo académico como Academia.edu o Research Gate, las cuales favorecen el trabajo colaborativo al permitir compartir artículos académicos a la par que se consultan las publicaciones de otros colegas.
Dentro de este último grupo destacamosa Mendeley, que no solo funciona como espacio social, sino que también es un gestor bibliográfico muy práctico. De esta manera, además de ser un espacio en la web, ofrece la posibilidad de descargar una aplicación de escritorio para guardar, organizar, leer y compartir documentos académicos.
Este espacio permite crear y personalizar el perfil del usuario y unirse a grupos de discusión académica con otras personas que pueden estar interesadas en los mismos temas, al igual que sugerir nuevos documentos según los intereses de investigación. Mendeley y sus múltiples posibilidades representan una gran ayuda a la hora de organizar la bibliografía para una investigación y compartir documentos especializados con alumnos o colegas con los que se esté trabajando.